‘El apagón’ se inició en marzo de 1992 y terminó en febrero de 1993, con cortes de luz de más de nueve horas en todo el país. ¿Qué sucedió y cuáles lecciones nos quedaron de este acontecimiento?
En 1992, durante el gobierno de César Gaviria, se dio el llamado ‘apagón’ que dejó sin el suministro de energía eléctrica a todo el país durante varias horas al caer la noche. Este periodo comprendió entre el 2 de marzo del mismo año y el 7 de febrero de 1993. En zonas como la región Caribe los periodos sin electricidad llegaron a sobrepasar las diez horas diarias, y en San Andrés y Providencia hasta 18 horas.
Las razones que originaron el racionamiento se debieron al fuerte verano, así como a los errores en el manejo del sistema eléctrico. Esto llevó a que las rutinas cambiaran, limitando las horas productivas hasta que se ocultaba el sol, esparciendo una sensación de inseguridad en las calles e incluso, llegando a adelantar una hora el reloj, hecho que fue llamado ‘La Hora Gaviria’.
¿Qué hechos desencadenaron ‘El apagón’?
En 1992, el sector eléctrico pasaba por una crisis estructural debido al retraso y los sobrecostos del megaproyecto hidroeléctrico del Guavio, la crisis financiera por la devaluación del peso y los problemas durante la administración de ISA, empresa dedicada al transporte eléctrico. A esto se le sumaron los estragos causados por el fenómeno de El Niño y la disminución del nivel de los embalses.
En declaraciones a EL TIEMPO en mayo de 1992, el ex ministro de Minas y Energía, Luis Fernando Vergara Munarriz, manifestó que el gran problema que tuvo el Gobierno fueron los atentados terroristas a las torres que llevaban la energía desde el interior a la costa. Sin embargo, la Contraloría General de la Nación lo implicó como uno de los principales responsables de la crisis energética, junto con representantes del ente paisa como Hernán Correa Noguera (exgerente de Corelca) y Carlos Enrique Moreno (exgerente de Empresas Públicas de Medellín), por la venta excesiva de energía para incrementar sus utilidades.
De acuerdo con El Espectador (febrero de 2022), un informe de la Contraloría General de 1992 reseña que la estructura institucional del sistema eléctrico colombiano mostraba una organización cuyo centro era ISA y estaba conformada por las principales empresas generadoras del país: el Instituto Colombiano de Energía Eléctrica (ICEL), con 14 filiales; la Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica (Corelca), con 9 filiales; la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CVC); la Central Hidroeléctrica de Caldas S.A. (CHEC), la Central Hidroeléctrica de Betania (CHB), la Empresa de Energía de Bogotá (EEB) y las Empresas Públicas de Medellín (EPM).
Una de las estrategias más polémicas fue la propuesta por el entonces Ministro de Comercio, Juan Manuel Santos, en la que se adelantaron los relojes una hora para aprovechar la luz solar para las actividades productivas de los distintos sectores, como se hacía en Europa (EL TIEMPO, 1992). La medida de ‘La hora Gaviria” fue implementada a partir del 2 de mayo de 1992 y duró hasta enero de 1993.
La solución más viable para regresar la energía a los hogares era que lloviera. Los expertos calculaban que se necesitaban por lo menos 1.800 aguaceros fuertes para volver a la normalidad. Mientras tanto, el Gobierno de Gaviria intentó mejorar la situación importando barcazas generadoras de energía de la firma HMS Global Corporation. No obstante, este intento fue infructuoso porque no pudieron lograr compatibilidad entre el sistema interconectado del país y la barcaza, perdiendo en ese negocio la suma de nueve millones de dólares.
Adicionalmente, el Gobierno le concedió un crédito por 70 millones de dólares a la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá. Posteriormente gestionó otro de 130 con el Banco Interamericano de Desarrollo. Por lo que el sector eléctrico pasó a ser el responsable del 30% de la deuda externa del sector público.
Lecciones que nos quedaron de ‘El apagón’
Una de las lecciones que nos dejó la crisis energética fue la necesidad de reinventar los contenidos de los medios de comunicación para mantenernos informados. Durante el día, las familias eran acompañadas en sus hogares por la televisión, cuyas programadoras se peleaban las franjas horarias y tuvieron millonarias pérdidas; algunas telenovelas, por ejemplo, perdieron la tercera parte de la sintonía. Fue la radio el medio que centró la atención. Así nació, por ejemplo, el programa La Luciérnaga, de Caracol Radio, para acompañar a los oyentes en las horas de oscuridad.
Por su parte, en febrero de 1993, con la recuperación de un buen nivel en los embalses, el Gobierno creó una Comisión Evaluadora de la Situación Eléctrica que determinó la responsabilidad de más de 60 funcionarios de ISA con nombre propio, lo que desencadenó multas a la empresa.
Esta comisión estableció que por una mala interpretación del modelo computarizado, funcionarios de ISA cobraron un costo inferior por kilovatio racionado a los estándares internacionales, lo que provocó que se generara más energía hidroeléctrica con poca reserva de agua.
A raíz de esto se hizo necesaria la reorganización del sector eléctrico con la creación, en 1994, de la CREG (Comisión de Regulación de Energía y Gas), cuando el Congreso de la República, mediante las leyes 142 y 143, reguló la generación, interconexión y transmisión de energía y las actividades de los servicios públicos domiciliarios. Esta ley de servicios públicos permitió la entrada de operadores privados a la prestación de los servicios públicos.
Luego de muchos retrasos, también se terminó la obra del Guavio y se pudo contar con las represas de Urrá en Córdoba, Porce II en Antioquia y Miel II en Caldas.
Sin embargo, hay lecciones que nos quedaron pero que no se han implementado estrategias para el uso eficiente del recurso y los esfuerzos no han sido suficientes para garantizar el acceso a energía limpia a cada familia del territorio nacional:
De acuerdo con el Diagnóstico de la calidad del servicio de energía eléctrica, realizado por la Superintendencia y analizado por la Revista Semana, en Colombia se presentan aproximadamente 28 interrupciones del servicio al año, con una duración total aproximada de 31 horas.
Según el Sistema de Información Eléctrico Colombiano (SIEL), los departamentos con mayor déficit de energía son Amazonas, Putumayo, Guaviare y La Guajira. Lugares en los que la población sin energía eléctrica oscila entre el 20 y el 40%.
En las zonas no interconectadas de la Amazonia, por ejemplo, solo el 57,13% de la población tiene cobertura de energía eléctrica; en la Orinoquia es el 61,41%; en el Pacífico, 89,02%; y en la zona Norte, 85,45%.
En el caso de las regiones apartadas, que por sus condiciones geográficas tienen un acceso limitado a este servicio, la alternativa son soluciones fotovoltaicas y eólicas, o en su defecto: costosas plantas generadoras a base de diésel.
Treinta años después de ‘El apagón’ y la ‘Hora Gaviria’ siguen habiendo zonas del país que no cuentan con el servicio de energía eléctrica las veinticuatro horas, como en algunos municipios del Pacífico colombiano, donde el servicio se activa por menos de cinco horas diarias. También está latente el temor ad portas de un nuevo racionamiento, ya que la energía eléctrica no es vista como un sector estratégico, sino como un negocio más, edificando un sector que depende de la ganancia de los intereses particulares, cuyo sistema no creció a la medida de las necesidades, por lo que se improvisa sobre la marcha y no se tiene una previsión para evitar el fantasma de la crisis energética.