Un pueblo cercano a Aracataca inspira una historia heroica en la que un grupo de pescadores salvaron a su comunidad del hambre. La historia de los piscicultores de Cría Pez.
Los habitantes de Isla del Rosario han vivido desde hace más de 180 años de los recursos que le proporciona la Ciénaga Grande, el Mar Caribe y la Sierra Nevada de Santa Marta. Sin embargo, en esta zona, la construcción de carreteras que conectan a los municipios entre sí, ha provocado un desequilibrio ambiental que se ha hecho notorio con la muerte del bosque de manglar y de gran cantidad de peces en diferentes temporadas.
La economía de Isla del Rosario se caracteriza principalmente por la pesca, que se desarrolla en la Ciénaga Grande, que a su vez es compartida con otra decena de municipios. A inicios del 2000, la mortandad de peces, la contaminación y acumulación de residuos en este cuerpo de agua produjo el nacimiento de la Asociación de Pescadores Artesanales Amigo del Cultivo – Cría Pez.
Héctor Rodríguez, presidente de la Asociación, nos cuenta que su paso de pescador extractor a productor fue motivado por la escasez de alimentos en su hogar. Antes de la transición, se dedicaba a tiempo completo a la canoa y la red, pero ante la falta de peces, era cuestión de tiempo para que el oficio dejara de ser aprovechable. Aunando fuerzas con trece pescadores vecinos en la misma condición, compraron tres hectáreas para producción, que hoy en día albergan como principal cultivo el sábalo.
Este pez tiene un precio de $12.000 por kilogramo y es comprado principalmente por los habitantes de la comunidad. De acuerdo con Héctor, esta especie resiste los cambios de clima y salinidad en el agua, a diferencia de la tilapia roja, de la que se pierde un 10% de la producción cuando ocurren cambios de clima y temperatura en el agua. Además, cuentan con un espacio de cultivo natural, donde se cría robalo, lisa y otras especies de peces nativos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que, en el mundo, el valor del comercio de pescado es de 51.000 millones de dólares anuales, empleando directamente a más de 36 millones de personas y permitiendo que 200 millones obtengan ingresos directos e indirectos gracias a este producto. En Latinoamérica, Chile es el productor y exportador acuícola más importante en la región y se destaca como el segundo productor mundial de salmón cultivado.
Para los socios de Cría Pez, tener sus propios estanques de cultivo les genera seguridad alimentaria, ingresos seguros y el valor agregado de trabajar en equipo. Hoy en día, 20 familias se benefician directamente del proyecto; siete mujeres cabeza de hogar se encargan de la comercialización de los pescados, mientras que los hombres tienen la tarea de pescar y producir.
Parte de los ingresos obtenidos de la cría de peces se han destinado para crear soluciones que responden a la problemática de contaminación que afecta a la Ciénaga y que tiene como principal enemigo al plástico. Fue así como surgió la “Bici Acuática”, una balsa impulsada por energía mecánica a partir del diseño de una bicicleta acuática con espacio para cuatro canecas que separan los residuos contaminados de los reciclables.
Además, crearon un horno para transformar el plástico en ladrillos. Este consta de una estructura alimentada por gas, que une un horno de cocina y un gato hidráulico para comprimir plástico. El resultado son bloques parecidos a ladrillos que pueden ser usados en construcción.
Sin lugar a dudas, Cría Pez y sus actividades productivas se convierten en un ejemplo de emprendimiento que promueve cambios y transformaciones positivas en las comunidades. El hecho de convertir las debilidades en oportunidades demuestra que el trabajo en equipo da resultados positivos en tiempos de crisis.