La otra lluvia que dejó la tormenta Iota

En el sector conocido como Villa Gloria, pasando La Boquilla, en Cartagena, la casa de madera donde vive Yadira Gómez no tiene el encanto que un día tuvo y hoy se encuentra en terribles condiciones. Esto se debe a la tormenta tropical Iota, que hace tan solo unos días azotó y desoló ciudades enteras en la Región Caribe.

No es la primera vez que una tormenta la afecta de esa manera, en el pasado a escasos metros de donde se encuentra su actual rancho, la casa de zinc en la que vivía fue arrancada desde sus cimientos por un fuerte ventarrón. Ahora, por suerte (o por intervención divina) su casa resistió, pero con tristeza señala los restos que quedaron de la estructura de zinc y polisombras que usaba como baño y de la que poco se conserva.

“Vea, ese vendaval llegó arrastrando todo, mi casa casi se la vuelve a llevar. Ahí donde uno se bañaba ahora no hay nada, porque las paredes salieron volando y se perdieron las hojas de zinc. Ni le cuento del excremento, eso fue una cosa horrible: la lluvia sacó las bolsas con excremento enterradas y destapó las fosas sépticas. El olor era horrible”, relata.

Las paredes de plástico recubren el espacio íntimo que tienen Yadira y su familia para hacer sus necesidades y bañarse.

Ubicado afuera de la vivienda, Yadira y su esposo tenían un baño artesanal en el que podían lavarse con el agua recogida de la lluvia. Cerca de las huellas de la estructura, un pastizal hace las veces de fosa en donde la pareja, al igual que un gran porcentaje de la comunidad, defecan.

Antes de escandalizarse por esto, hay que señalar que desde su fundación Villa Gloria nunca ha contado con alcantarillado, ni agua potable, ni proyectos de saneamiento que le brinden una mejor calidad de vida a sus habitantes. Por esta razón, las familias hacen uso de lo que les provee la naturaleza: agua de lluvias y pastizales o monte.

En este artículo nos enfocaremos en el problema del saneamiento, ya que la falta de este supone para ellos un peligro diario, ya que en la zona hay animales salvajes como serpientes. Debido a que las heces y la orina no son tratadas adecuadamente, también contaminan las reservas de agua subterránea que proporcionan agua potable y la zona de manglares que queda aledaña a la comunidad. Esta contaminación contribuye a la aparición de casos de diarrea y otras graves enfermedades.

Colombia se encuentra lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, que apunta a que todos los habitantes del territorio, en lo urbano y lo rural, cuenten con saneamiento seguro. La realidad demuestra que, mientras el desarrollo llega con lentitud, las familias a las que no llegan las redes de alcantarillado se esfuerzan por construir fosas sépticas para hacer la deposición. Sin embargo, en muchos casos, como el de Yadira que vive con menos del mínimo, aspirar a una fosa séptica representa un gran gasto.

Recientemente la empresa de big data Alto Analytics utilizó el proyecto Dollar Street de la Fundación Gapminder, que recopilaba fotos del interior de las casas de 264 familias de 50 países, y la inteligencia artificial de Google para deducir cuántos hogares en el mundo carecen de saneamiento básico. El resultado fue que el algoritmo identificaba que no disponían de él el 30% de los hogares analizados, lo que representa 2.220 millones de personas de la población mundial. Como la plataforma de Gapminder divide a las familias por ingresos, Alto Analytics concluyó además que aquellos hogares en los que entran menos de 122 dólares al mes (cuatro o menos dólares para una familia al día) tienen un 100% de posibilidades de no tener un baño seguro y que los que ingresan por debajo de 245 dólares, un 50%.

Llegados a este punto es importante preguntarnos, ¿Hay que tener por lo menos 245 dólares de ingresos fijos para tener la mitad de las posibilidades de contar con un baño seguro? ¿Eso es cuánto? ¿Más de $890.000 con la valuación de hoy? Sin dudas es una suma alta para familias que viven de lo que comercian al día.

Más allá de los contras, en lugares como Villa Gloria el uso de letrinas evitaría que los gérmenes presentes en los excrementos humanos entraran en contacto con el ambiente y protegerían la salud de toda la comunidad. Se estima que cada año la diarrea mata a 361.000 niños menores de 5 años y el 62% de la población (aproximadamente 4.500 millones de personas, incluyendo a Yadira) no tiene acceso a un saneamiento seguro.

“A mí me entristece ver que el gobierno no mira para estas zonas. En las noticias siempre sale que el presidente hizo tal cosa o estuvo en tal lado, pero poco se habla de que a la gente le están vulnerando los derechos al no contar con agua o baños y los políticos ni se manifiestan. Hasta el momento aquí nadie se nos ha acercado ni siquiera a darnos información sobre saneamiento o agua potable”, se lamenta Yadira.

Ella asegura que con el dinero que han ahorrado con la venta de pescado reconstruirán su “baño”. Además, le piden a Dios que los proteja y los bendiga para que en el futuro tengan un baño que sea inmune a las tormentas de excrementos.

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