Agua potable para impulsar el desarrollo social de Zipacoa

Cada cierto tiempo, Zipacoa, al norte de Bolívar, afronta una crisis hídrica, mientras la administración local y los ciudadanos intentan apañárselas con sus ya mermadas reservas de agua.


La tierra sobre la que camina Diana mata está agrietadísima y seca, pero al mismo tiempo, se hunde unos centímetros con cada paso que da. Todo el paisaje frente a ella debería verse y sentirse igual, pero en esta época seca ocurrió un milagro: este es uno de los pocos años recientes en que la Poza de la Montaña no se secó por completo. Aún tiene el centro inundado y, sobre él, centenares de aves vuelan y se pasean en los trozos de tierra, mientras que en la orilla los pobladores cargados con pipetas y tanques extraen el agua que destinan para las labores domésticas y el consumo.

“Tiene mucha agua”, dice Diana, lideresa comunitaria con toda una vida de servir a su comunidad: Zipacoa. Este pequeño caserío está ubicado en las inmediaciones del municipio de Villanueva, en el departamento de Bolívar. Aquí tomarse un vaso de agua fresca y potable era similar al lujo de comprarse una gaseosa fría en la tienda. Diana cuenta que en este lugar caluroso del Caribe, aunque hace un par de meses inauguraron el acueducto, “el agua se va mucho y cuando la tenemos llega con mucho cloro y arena.  Se nos han enfermado los niños por eso”.

Vista desde Google Maps, la laguna se ve como el único pedacito de agua en medio de toda la masa de tierra zipacoera, que durante años ha abastecido de agua a la comunidad. Pero Diana la ha visto secarse por años y, por eso, que hoy conserve agua la hace feliz: el milagro significa que no les faltará el agua durante el verano.

“Aquí viven alrededor de 150 familias, incluida una población importante de niños y personas adultas mayores”, manifiesta Diana. A ninguna casa llega agua potable. Las personas deben caminar hasta la laguna. Dependiendo de donde se ubique la casa, en promedio una persona debe caminar 300 metros cada vez que necesita bañarse, lavar ropa, juntar agua para cocinar o bien, tiene sed. “Es tarea de nosotras, las mujeres, y los niños que se paran en fila por agua potable y luego llevar hasta las casas pesados tanques pasando por caminos y calles destrozadas, sin pavimentar”, agrega.

Diana cuenta que este panorama siempre ha sido frustrante, pero su preocupación creció con la llegada de la pandemia del COVID-19. En medio de la crisis sanitaria, la necesidad de agua potable fue inminente. “Cuando los adultos mayores, principalmente, empezaron a enfermarse, tocó hacer el esfuerzo para comprar botellas de agua, pero sale demasiado caro todos los días. Incluso, algunos de ellos viven solos, por lo que tuvimos que hacer colectas para no desatenderlos”, explica. 

Por años, la Poza de la Montaña también disminuyó su caudal para la vida silvestre y la ganadería. Quienes la han estudiado lo atribuyen principalmente a la sedimentación y han dicho que la falta de conexiones con afluentes puede originar que pierda su productividad económica y biológica, sobre todo si no se implementan acciones para disminuir y adaptarse a los impactos del cambio climático. 

¿Qué pasa con el acueducto?

La descoordinación de entidades gubernamentales locales y la falta de inclusión de las y los vecinos de Zipacoa en la toma de decisiones de su propia comunidad, son solo algunos de los factores que desembocan en que el agua que sale del acueducto recién inaugurado sea un peligro.

Además, si bien en el corregimiento hay instalados tanques elevados donde se deposita el agua que provee la Alcaldía de Villanueva en épocas de sequías y que es administrada por los mismos habitantes, esto no garantiza la tenencia permanente del recurso, por lo cual se accede a comprar el recurso a carrotanques provenientes del municipio de Santa Rosa, la cual se almacena en albercas privadas, para luego vender cada pimpina de aproximadamente 20 Lts en $600. A esto se le suma el transporte de las pimpinas en un bugui hasta las casas, con un costo de entre $1000 y $1.500 por cada trayecto. 

Fenómenos naturales como El Niño, hacen de Zipacoa y demás zonas de Bolívar un territorio propenso a sequías prolongadas en donde, a pesar de que llueve, sucede de manera desigual: poco en verano y en exceso en época lluviosa, según el IDEAM. 

“Si bien las últimas administraciones han hecho esfuerzos importantes para que la población tenga agua potable, lo que no han subsanado son las desigualdades entre los usuarios. La cobertura de agua potable tiene mejores condiciones en la zona urbana que en zona rural”, expone Diana.

Hoy la fe de los pobladores está en la reactivación del Área Metropolitana de Cartagena, de la cual hacen parte el Distrito y los municipios de Clemencia, Santa Catalina, Santa Rosa, Villanueva y San Estanislao. La misma fue formada en 1998, sin embargo, hasta el momento no se ha puesto en marcha esta figura administrativa.

De acuerdo con la periodista Yessica Rivera, en dicho documento se presentó un esquema de los seis entes territoriales que conforman el área metropolitana, se detalló la población, extensión territorial, dinámica poblacional, economía, finanzas públicas, educación, pobreza, salud, entre otros aspectos de cada municipio. Además, se incluyó un componente ambiental, en el que se especifica información sobre las áreas de protección y conservación, ecosistemas especiales y riesgos ambientales.

Agregó que este se convierte en un recurso relevante para futuros trabajos en materia de ordenamiento territorial; precisamente, por las apuestas del proyecto de “Integración entre ciudades”, el cual apuesta más allá del Área Metropolitana, permitiendo coordinar procesos de diseño, implementación y evaluación de políticas públicas, mayor competitividad regional, descentralizando y optimizando el manejo de los recursos, consolidación de visión sostenible del territorio, mayores y diversas alternativas de empleo, movilidad de una ciudad a otra sin mayores costos, así como desarrollo de proyectos de infraestructura de gran impacto.

En una comunidad como Zipacoa, en donde la principal actividad económica es la agricultura, la falta de una provisión constante y sostenible del recurso hídrico significa mayor dificultad para poder trabajar. Además, el consumo de agua contaminada y la deshidratación son dos de los principales detonantes de enfermedades crónicas en poblaciones rurales, como lo señala el DADIS.

“El tema del acceso al agua debe tratarse desde la institucionalidad local y distrital. La falta de agua se va a agravar y necesitamos mayor planificación y la creación de políticas públicas pensadas a futuro. Es inaudito que hoy en día sigamos viviendo en estas condiciones. Todo esto debe ir acompañado de recursos económicos que permitan modernizarnos hacia una infraestructura más equitativa”, puntualiza Diana.

Con la reactivación del Área Metropolitana de Cartagena, poblaciones campesinas como la de Zipacoa se verán beneficiadas con mayores oportunidades laborales y de desarrollo.

Agua Grata para devolver la tranquilidad a las familias de Zipacoa

Pese a las condiciones desfavorables, hoy el vaso de agua en Zipacoa ya no es un lujo. Se toma en la sala de las casas con los niños y las familias, fresca y pura. Esto es posible gracias a los filtros de agua potable del programa Agua Grata de Tierra Grata que cuentan con capacidad para almacenar 25 litros de este preciado líquido, y que han sido entregados desde 2020 a más de treinta familias en la comunidad.

De acuerdo con los resultados arrojados por encuestas realizadas, en el 2021 el 48% de la comunidad era considerada población en condición de vulnerabilidad debido a las enfermedades constantes por la ausencia o falta de agua segura, siendo encabezada por niños y adolescentes entre 6 y 17 años con un porcentaje del 42%, y luego los adultos mayores de 60 años con 6%. 

Para el año 2022 se reconoce que se ha hecho un impacto social positivo, puesto que se ha hecho una concientización de la importancia de tratar el agua antes de consumirla a través de la solución entregada por la Organización. 

“En Tierra Grata somos socios del desarrollo de las regiones o comunidades donde operamos, por eso siempre buscamos la manera de unir esfuerzos con otras entidades para ayudar a las comunidades más vulnerables, buscando aportar positivamente al mejoramiento de su calidad de vida. Con este proyecto de los filtros de agua estamos contribuyendo a la salud de nuestras comunidades, lo cual cobra mucha relevancia hoy cuando el lavado de manos y la higiene es tan importante para prevenir enfermedades”, afirmó Luis Castellanos, Coordinador de Gestión Social de la Organización.

Cada filtro tiene en su interior una vasija de arcilla microporosa que es capaz de atrapar contaminantes sólidos, plata coloidal y carbón, componentes que eliminan microorganismos y bacterias.

Al introducir el agua en el filtro, comienza el fenómeno físico y químico que convierte agua cruda en limpia y saludable, gracias a la arcilla, material que hace posible potabilizar el agua y hacerla apta para beber. Así mismo, remueve el mercurio, el plomo y al mantenerse herméticamente cerrada, se conserva libre de cualquier plaga. Finalmente, el sistema de goteo enriquece de oxígeno el agua y la refresca.

Estos filtros no necesitan fuentes de energía, construcciones adicionales, ni aditivos químicos o conexiones de bombeo. También, cuentan con un diseño compacto y fácil de usar que les permite a las familias purificar el agua antes de su consumo, evitando afectaciones a su salud por virus y bacterias.

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