La Revolución del Agua: El agua que nos quedaron debiendo

A nivel mundial, la escasez de agua afecta a más del 40 por ciento de la población, una cifra alarmante que probablemente crezca con el aumento de las temperaturas globales por el cambio climático. Aunque 2.100 millones de personas han conseguido acceso a mejores condiciones de agua y saneamiento desde 1990, en las últimas décadas la demanda de recursos naturales ha venido creciendo más rápido que la oferta; y la velocidad de reposición de la existente está disminuyendo.

Según The World Resources Institute, más de la mitad del planeta afrontará escasez de agua para el año 2040. Sumado al rápido crecimiento de la población mundial, que se expande a tasas del 1.2% anual, y al cambio climático, otro factor importante es el desperdicio del líquido.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, pese a que en 2015 el 71% de la población mundial, o sea 5.200 millones de personas, tenía agua potable segura, 844 millones aún carecían incluso de agua potable básica.

A su vez, la ONU estima que 800 mil personas mueren cada año por causas relacionadas con la falta de agua potable. Esta cifra supera a las víctimas de conflictos, sismos y epidemias.

Desabastecimiento y sequía: El reto de Colombia

En Colombia no somos ajenos a esta realidad. De acuerdo con el Estudio Nacional del Agua 2018 presentado por el Ideam, la demanda de agua en el país ha venido en aumento cerca de un 5%. Para la muestra, pasamos de 35 mil millones de metros cúbicos anuales en 2014 a 37 mil millones en 2018.

Para llevar a cabo este estudio, se analizaron temas como el agua superficial, los sedimentos, el agua subterránea, los usos del agua y la calidad del recurso hídrico. Además, se concluyó que el sector agrícola es el que más utiliza agua, seguido del energético con una diferencia de casi 20%.

Otro tema que preocupa es que en Colombia hay 391 municipios susceptibles por desabastecimiento en temporada seca y los departamentos más afectados por la falta del recurso son: Santander, Cundinamarca, Boyacá, Tolima, Magdalena, Bolívar y Cesar.

En declaraciones públicas, el ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, ha hecho énfasis en que este problema se potencia debido a eventos de variabilidad climática cada vez más severos, entre ellos el fenómeno de El Niño.

También ha manifestado su preocupación por el futuro de los seis glaciares que tiene el país, pues el calentamiento global acelera cada vez más su derretimiento. Se estima que en pocas décadas varios de ellos dejarán de existir. Seamos concisos: si se derriten los glaciares, esos 391 municipios que hoy no cuentan con el suministro de agua, se multiplicarán.

Ahora bien, esto no quiere decir que en el resto del país el servicio de agua sea de una excelente calidad. Es todo lo contrario. José Luis Acero, viceministro de Agua Potable y Saneamiento Básico del Ministerio de Vivienda, reveló que en Colombia hay 350 municipios que no tienen acceso a agua potable de calidad, mientras que en 450 sufren por la continuidad del líquido en sus casas. En otras palabras, reciben el agua durante menos de 20 horas al día.

¿El agua del grifo es de buena calidad?

Al menos 6,2 millones de colombianos reciben en sus casas agua que representa un alto riesgo para la salud, y 368.000 de ellos están expuestos a que ese líquido contenga altas concentraciones de bacterias fecales, virus, parásitos y elementos no biológicos, como sustancias químicas, lo que lo hace inviable para el consumo.

De acuerdo con el ‘Informe nacional de calidad del agua para el consumo humano’, Inca 2016, presentado por la subdirección de Salud Ambiental del Ministerio de Salud, uno de cada tres municipios suministra agua de buena calidad. En el resto no es apta para el consumo.

De más de 41 mil muestras tomadas para elaborar el estudio, se encontró que el 20% tenían niveles no aceptables de E. coli, una bacteria relacionada con contaminación por materia fecal. En la tercera parte de las muestras se encontraron niveles inaceptables de coliformes totales, bacterias similares a la E. coli. Y en una de cada cinco había volúmenes inaceptables de cloro.

El agua contaminada está relacionada de manera directa con la génesis y transmisión de enfermedades como la diarrea, el cólera, las gastroenteritis, la hepatitis A, entre otras. La diarrea por ejemplo, según la OMS, acaba con la vida de 360 mil niños cada año en el mundo.

En el informe ‘Carga de la enfermedad ambiental en Colombia’, hecho por el Instituto Nacional de Salud, se reveló que el 71% de las muertes por enfermedad diarreica aguda tiene como principal desencadenante la calidad del agua.

De acuerdo con algunos estudios, el acceso al agua segura puede disminuir hasta en un 34 por ciento el riesgo de morir en el primer año de vida. La carencia de agua segura es uno de los primeros pasos hacia la desnutrición crónica en aquellos pequeños que logran sobrevivir, con el agravante de que esto impide un desarrollo cerebral óptimo y la capacidad para enfrentarse de manera autónoma a la vida adulta.

La economía del agua

Si hablamos en términos económicos, según el Banco Mundial, en Latinoamérica la escasez de agua y las sequías tienen un costo medio de 94 mil millones de dólares anuales en pérdidas económicas a productores y consumidores.

En Colombia, las sequías reducen el número de horas trabajadas en 4,5% y reducen el nivel de ingreso salarial en 6,5%. Igualmente, fenómenos como ‘La Niña’ o ‘El Niño’, tienen efecto en la tasa de desempleo que se incrementa entre el 5,1 y el 8,9%.

Entonces, ¿por qué en Colombia ninguna de las administraciones ha podido asumir el reto de llevar agua potable segura para todos? Universalizar el acceso al agua potable en los próximos 10 años le costará al país 62 billones de pesos, aproximadamente 20 millones de dólares, pero hay un déficit de 16 billones.

Si no se cubre ese déficit es poco probable que se cumpla a 2030 con la meta 6 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: agua limpia y saneamiento. Si no se cumple con la meta entonces hablaremos de lo que fue una ilusión y que se convirtió en el agua que nos quedaron debiendo.


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